Si hay una secuencia capaz de representar toda una película,
esa es a introducción de Un Perro Andaluz.
En un balcón, una noche de luna, un hombre de párpados caídos (Buñuel el
director) utiliza tranquilamente una navaja de afeitar para cortar el ojo de
una mujer joven. El impacto de esta acción se repite con cada imagen de la
secuencia, el choque inicial conserva su horror visceral, que nunca desactiva
del todo con la advertencia, ni en la nube que pasa frente a la luna, ni
siquiera cuando el espectador se da cuenta de la muy evidente sustitución del
ojo humano por el de una vaca.
Freud como Dalí (quien ya era un seguidor del psicoanálisis desde principios de los años 20), se habría identificado el ataque al ojo como un miedo infantil primario. Analizado a través de la teoría del deseo edípico, el acto del inicio de Un Perro Andaluz está cargado de tensión sexual transgresora y se encuentra a un paso de la angustia por la castración, la relación del ojo con el filo cortante provoca reacciones amargas y contradictorias.
Freud como Dalí (quien ya era un seguidor del psicoanálisis desde principios de los años 20), se habría identificado el ataque al ojo como un miedo infantil primario. Analizado a través de la teoría del deseo edípico, el acto del inicio de Un Perro Andaluz está cargado de tensión sexual transgresora y se encuentra a un paso de la angustia por la castración, la relación del ojo con el filo cortante provoca reacciones amargas y contradictorias.
No está claro que Dalí o Buñuel hubieran hecho
conscientemente estas asociaciones si es seguro que habían pretendido que Un Perro Andaluz exigiera una
interpretación por parte del público que tenía una ambición revolucionaria.
Aparte del deseo de escandalizar mediante la violencia contenida (inspirada probablemente por las primeras películas de operaciones oculares), ofrecían el ojo lacerado como un comentario y una negación de lo visual y lo racional. En este contexto alertaba al público acerca de la naturaleza misma de la película, tal vez incluso para sí mismos significaba un radicalismo mayor que el de André Breton en relación con la pintura, quien decía: “el ojo existe en estado salvaje”.
La introducción de Un Perro Andaluz establecía e cine como un paralelo de la realidad, en lugar de un registro de esta. El “cine puro” de Dalí y Buñuel era por lo tanto una alternativa provocadora a lo racional, de la que el espectador atónito no podría escapar.
El guión fue construido por Dalí y Buñuel y no tiene nada de sorprendente que las declaraciones sobre los aportes de cada uno al guión difieran, ni que se hallan hecho intentos de separar y atribuir ideas particulares a uno u a otro. Entre estas figuran el corte del ojo, que no aparece en el guión original, aunque se suele atribuirla a Dalí, que la anticipó en cierto modo con la idea de “un ojo abierto con un peo atravesándolo” en su texto en prosa “Nadal de Bruselles”.
Aparte del deseo de escandalizar mediante la violencia contenida (inspirada probablemente por las primeras películas de operaciones oculares), ofrecían el ojo lacerado como un comentario y una negación de lo visual y lo racional. En este contexto alertaba al público acerca de la naturaleza misma de la película, tal vez incluso para sí mismos significaba un radicalismo mayor que el de André Breton en relación con la pintura, quien decía: “el ojo existe en estado salvaje”.
La introducción de Un Perro Andaluz establecía e cine como un paralelo de la realidad, en lugar de un registro de esta. El “cine puro” de Dalí y Buñuel era por lo tanto una alternativa provocadora a lo racional, de la que el espectador atónito no podría escapar.
El guión fue construido por Dalí y Buñuel y no tiene nada de sorprendente que las declaraciones sobre los aportes de cada uno al guión difieran, ni que se hallan hecho intentos de separar y atribuir ideas particulares a uno u a otro. Entre estas figuran el corte del ojo, que no aparece en el guión original, aunque se suele atribuirla a Dalí, que la anticipó en cierto modo con la idea de “un ojo abierto con un peo atravesándolo” en su texto en prosa “Nadal de Bruselles”.